Quería compartir con todos vosotros el relato de la fantástica ruta que realizó Armand Rubiella el pasado mes de Marzo, volando durante 11:40h los más de 400km que separan Cubelles de Zarautz en lo que han denominado “La ruta Cantábrico-Mediterráneo“.
I RUTA DEL CANTÁBRICO AL MEDITERRÁNEO EN EL DÍA: ¡OBJETIVO CONSEGUIDO!
Este es el resumen de un pequeño sueño hecho realidad. Si bien empezamos a elaborar un plan de vuelo para esta ruta hace dos años, el origen de la idea se pierde en la noche de los tiempos, quizás cuando el paramotor nacía entre velas de planeo 4 ó 5…
Son muchas las felicitaciones que hemos recibido por esta ruta y los mensajes llegan desde muchos lugares, se agradece mucho, muchísimo! Valoro muy especialmente la felicitación de la gente de mi club porque siempre “están ahí”, pero mucho también la de otros profesionales y compañeros del mundo del vuelo que como yo “viven del aire”. Especialmente gratificante ha sido el cariño recibido por parte de todos los “personajes aéreos” que se mueven, tienen ideas y las llevan a cabo, que sueñan cosas y las consiguen!
Muchas gracias a todos, aquí os dejo un pequeño vídeo de la ruta. Sed condescendientes con la calidad, mi Gopro falló y la segunda cámara nunca apareció.
LA IDEA INICIAL
Esta ruta, a priori, estaba pensada para hacerse a la inversa, del Cantábrico al Mediterráneo, uniendo los dos mares en un sólo día. También, a priori, se planificó para ser varios pilotos completamente autónomos y no depender más que de nuestro paramotor, de nuestra vela y de nuestro equipaje, sin tener que recurrir a equipo de apoyo alguno. Una furgoneta y un chófer para la recogida, pero ni asistencia ni recambios.
Finalmente tuvimos que aceptar un cambio de estrategia, a causa de la meteo la ruta se haría a la inversa, desde el Mediterráneo hasta el Cantábrico, lo cual dejaba la parte más comprometida de todo el recorrido, la travesía de los montes vascos, para el final. No era lo idóneo pero no había otra opción, o así o volvíamos a aplazar la ruta hasta otoño.
Debido a las circunstancias de poco viento en cola y de un consumo excesivo en mi motor, esta ruta no se hubiera podido hacer en el día sin disponer de ayuda. Por eso al final aceptamos que la recogida se transformara en asistencia, pero sólo para agilizar el tiempo de repostaje en cada parada en la gasolinera escogida. Respetamos siempre las paradas en gasolineras, debiendo sufrir de esta manera más de un aterrizaje y despegue comprometido (especialmente Alfés con niebla y Sangüesa con una campa estrecha y viento cruzado). Pero de ninguna manera podría haber llegado a Zarautz antes de la caída del sol si no me hubiese ahorrado, gracias al vehículo de asistencia, algún pateo de 300 o 400 metros desde el campo dónde aterricé hasta la gasolinera de turno, con la añadida pérdida de tiempo correspondiente.
LA DIFICULTAD
La mayor dificultad y que a la vez es lo que da sentido a esta ruta es el hecho de hacerla en el día y con unos equipos absolutamente de serie.
De no llegar a Zarautz, no despegaría al día siguiente para completar la ruta. Si tenía algún percance mecánico, como tuvo Dani Giraldo al romper la pala, tampoco aceptaría recambio y lo volvería a intentar en otra ocasión. Quedaba claro pues que el desafío consistía precisamente en hacerlo entre el orto y el ocaso (como reza el vuelo VFR) y sin asistencia.
Después de lograrlo os puedo asegurar que, a mi modo de ver, hay pocas cosas tan mágicas como despegar de una playa mediterránea con la salida del sol y aterrizar al ocaso, con la puesta de ese “mismo” sol, en una playa vasca. Desde ese momento, para mí, la playa más hermosa del planeta. Aterrizar en el mismo momento que el sol desaparecía por el horizonte fue algo indescriptible, y verte enseguida rodeado de amigos… el no va más!!!
NECESIDADES
Para la realización de esta ruta ha sido necesario el siguiente zafarrancho:
- Más de 50 balizas en el gps.
- 3 rutas distintas en un sentido y 3 en otro. Alternativas en cada una de ellas.
- Consultas telefónicas para verificar la existencia de más de 20 gasolineras.
- Paramotores PAP, capaces de soportar lo insoportable, como volar durante más de una hora y media con un agujero en el escape, en la parte anterior a la compresión de gases, y apenas perder potencia, chapeau Monsieur Pierre!!!
- Dos velas Paramania Revolution 1, cuyo comportamiento fue espectacular durante las horas de mayor actividad térmica, encajando sin apenas ayuda de mandos y sin perder un grado el rumbo, hasta un +8 m/s medido en mi vario sobre los montes aragoneses.
- Mucho, mucho tiempo ante el Google Earth.
- Muuuuuuuuuuuuuucha comprensión familiar.
- Muuuucho feeling con voladores. Íñigo Redín fué vilmente machacado sin compasión a llamadas cada vez que aterrizábamos para pedirle confirmación de las predicciones meteo en tiempo real, vía internet. Román Quintana, a quien no tenía el placer de conocer y que escuché por radio gracias a la antena que montó en su coche tras “escapar” de su trabajo cuando me quedaban unos 20 km para llegar. Sus tímpanos escucharon mi grito de alegría al ver por fin el Cantábrico. O como Fernando Navajas y Vicente que me esperaban en Alerre, no sólo con la gasolina convenida, si no con todo tipo de comida y bebida a la que reconozco que me costó renunciar.
También fue necesario que Oriol Fernández estuviera en casa la noche anterior intentando hacerme comprender sin demasiado éxito y con más paciencia que un santo, lo fácil que resulta apretar los dos botoncitos del Spot que me dejó.
Por desgracia un duende cabroncete me debió cambiar el accesorio de la GoPro en plena noche para que no pudiera instalar mi HD en vuelo y así dejar mi ruta sin una sola foto.
Fue también vital el apoyo de los socios del Club Paramotor Barcelona por empujarme y obligarme a destrozarme las neuronas en nuevas actividades que, aunque a menudo me privan de tiempo con mi familia, me llenan la vista de caras sonrientes cada vez que acabamos una ruta.
Fue totalmente necesario el trabajo de Fernando Martínez, un gran piloto actualmente de baja, que se prestó a conducir, a llenar bidones de gasolina, hasta a ponerme las bandas en los mosquetones en el último repostaje, vamos a todo…
Y fue vital el empuje de Dani Giraldo para hacer la ruta conmigo, un pilotazo dispuesto a seguirme a dónde (y por dónde) haga falta, que quiso acompañarme en esta ruta hasta que un duende malintencionado decidió acabar con su hélice en nuestro segundo repostaje.
Sin todo lo anterior y sobretodo sin Montse, esta ruta no hubiera tenido ni alma ni sentido.
MATERIAL:
Armand Rubiella (90 Kg.):
- Paramotor PAP 1400 R2
- Parapente Paramania Revolution 26
- dos GPS
- Spot
- gasolina 98
- aceite Castrol TTS
Daniel Giraldo (65 Kg.):
- Paramotor PAP 1300 T2
- Parapente Paramania Revolution 21
- un GPS
- gasolina 98
- aceite Castrol TTS
Fernando llevó mi furgo con dos gps.
LA RUTA:
Salida a las 7:00 de la playa de Cubelles (Barcelona) y llegada a las 18:40 a la playa de Zarautz (Guipúzcoa). Más de 11 horas y media de vuelo y 400 km en seis tramos, con cinco repostajes en: gasolinera de Alfés, gasolinera de Castejón del Puente, campo de vuelo de Alerre, gasolinera de Sangüesa y gasolinera de Oláibar.
Viento muy suave de NE en superficie en la playa. SE a 500 metros sólo durante 10 km al principio de la ruta. A partir de ahí siempre S muy muy flojo, rolando a SO a lo largo del día y del recorrido. En superficie viento siempre muy suave en diferentes direcciones según las brisas de cada valle. Nunca encontramos brisas moderadas en ningún aterrizaje ni despegue. Viento suave en superficie de NE en Zarautz. Toda la previsión meteorológica fue acertada a excepción de la dirección del viento a partir de 500 metros, donde nos encontramos un cambio de dirección entre 30 y 45 grados más de los previstos, dejándonos sin empujón alguno para aumentar la velocidad y teniendo que corregir constantemente la deriva. La actividad térmica más marcada la encontré en el barlovento del Puig Moné, al oeste del pueblo aragonés de Biel, con ascendencias de +4,2 m/s en lectura media de 10 segundos y puntas que llegaron a marcar +8 m/s, en una ocasión, con el motor a medio gas.
Primer tramo:
El primer cambio de planes lo decidimos al renunciar a llegar a Fraga, ya que mi consumo es mayor de lo previsto y que el viento de cola es casi inexistente. A través del espejo confirmo que no tengo combustible para llegar. Encontramos la previsible niebla sobre la plana de Lérida pero mucho más densa de lo esperado. Niebla sobre el primer repostaje de Alfés. La proximidad con el Segre nos traiciona y aterrizar al lado de la gasolinera se torna un trabajo de no poca dificultad.
Segundo tramo:
Seguimos muy lentos sin encontrar viento de cola en ninguna cota. Dani era el encargado de buscar el inexistente viento de SE a distintas cotas subiendo y bajando como un yo-yo para evitar consumo en mi motor, ya que éste seguía consumiendo excesivamente.
Imposible llegar con el depósito lleno desde Alfés al aeródromo de Alerre. Cambio de planes, repostaremos en Castejón del Puente. Llegamos tras una bellísima entrada a Aragón desde el sur de Monzón. Montículos preciosos, secarrales solitarios que nos presentan en el horizonte el Castillo de Monzón. Aterrizaje en Castejón del Puente y primera sorpresa seria. Dani rompe la hélice de su paramotor en un despegue de terreno poco complicado pero con viento muy variable. El sol ya estaba alto y empezaba a producir inesperados desprendimientos térmicos con la consecuente racha de viento variable. Una racha de cola en el momento de tirar de bandas dan con los suspentes de su Revo en la pala, rompiendo hélice y algunos cordinos.
Tercer tramo:
Sigo en solitario hasta Alerre donde nos encontramos con Fernando Navajas y Vicente. Increíble pareja, creo que debían tener hasta un cordero entero para que comiéramos. Las prisas apremian y tras repostar salgo disparado hacia Navarra.
Cuarto tramo:
Para mí, el gran espectáculo del viaje. Sobrevuelo Ayerbe y al llegar a Biel se inicia la subida a los últimos montes aragoneses, paso que culmina el Puig Moné. Para ascender por ellos y poder cruzarlos, me ayuda una actividad térmica fuerte pero muy bien organizada, poco turbulenta, ascendiendo en dos ocasiones girando buenos +4 m/s mantenidos y arrancando una punta de +8 m/s con el gas a medio régimen. Me encuentro con restos de nieve en las caras norte del macizo. Tras pasar los relieves, descenso hasta Sangüesa dejando el embalse de Yesa al norte, con las crestas de Arangoiti encima del embalse. El campo de aterrizaje escogido sobre el Google Earth está a unos 300 metros de la gasolinera. Gracias a la llegada de Fernando y Dani en la furgoneta me evito un buen pateo. Cambio de impresiones con Íñigo Redín que me vuelve a informar del viento moderado en Zarautz, aunque parece que ya a la baja. No puedo plantearme desde aquí los 108 km que me separan de Zarautz, teniendo que levantarme sobre los montes vascos a una altura considerable para evitar sustos en caso de parada motor. El viento totalmente lateral de los últimos quilómetros me acompañará hasta la costa sin posibilidad de pasar de los 45-50 km/h. Mi motor ha aumentado el consumo sin causa aparente, el ruido del escape todavía era el correcto.
Quinto tramo:
Despego con viento lateral de 90 grados esperando la ráfaga más lenta para tirar de bandas. Ok, seguimos para bingo, dirección Oláibar. A 5 kilómetros de este último repostaje, el motor aumenta de vibración y de ruido muy rápidamente. Primero pienso en el descompresor, ya que el ruido es exactamente igual que si se hubiera perdido. Ayayay… aterrizo al lado de la gasolinera, compruebo que el descompresor sigue en su sitio y que la culata no da muestras de pérdida de aceite. Seguimos mirando el escape y Fernando, que acaba de llegar a la gasolinera de Oláibar, es el primero en descubrir una de las dos pletinas del escape con la soldadura rota (el motor utilizado es el mismo que utilizamos en la escuela con muchas horas de uso a sus espaldas). La angustia nos abate al descubrir un agujero casi como una moneda de 1 céntimo de euro. El resto del anclaje del escape está sano y sólido. Intento arrancar el motor con el convencimiento de que no va ni a encender. El motor arranca y en cuanto suelto un poco el gas se cala. Me quedan 60 km. No puede ser que esto pase ahora!!! Salta la chispa de nuevo y aún con un ruido infernal el motor se mantiene más o menos bien… si no le dejamos caer al ralentí. Mientras me ato el motor Fernando me mantiene el gas alto para que no se cale.
Sexto tramo:
Despego y me pego a la ladera soleada para remontarla con el mínimo de gas. Alcanzo los 1.300 entre la dinámica de la brisa de valle y puedo girar la térmica que se desprende de esta cara soleada. Esta ascensión girando me pone las pilas viendo que no tengo la necesidad de tirar a saco de gas. Ok, me largo hacia Zarautz. Tengo 30 km para decidir si cruzo los siguientes 25 km inaterrizables o me apeo. Con todos los sentidos en la vibración del motor, sin variar una rpm su régimen, el ruido del motor me da a entender que no ha habido evolución ninguna en la fisura. Decido pues cruzar y tirar hacia la costa.
Me fijo en cada pequeña campa que cruzo a mis pies, colgada entre bosques o empinadas pendientes, me imagino haciendo la aproximación a motor parado. No quiero tener que decidir con poco tiempo en caso de que esto se pare… Finalmente los valles van perdiendo la severidad, distingo la autovía de Andoaín y con gran alegría reconozco la voz de Román que me dice que está saliendo de su trabajo para llegar a Zarautz antes que yo y fotografiar la llegada.
Estos últimos quilómetros los hice con muy mala visibilidad debido a la bruma que tenía entre los pies y el suelo y por el sol bajo y bastante de frente. Finalmente descubrir la Ría de Orio y las olas del Cantábrico rompiendo en la playa de Zarautz no se me olvidará en la vida. Pura magia… VIVA EL PARAMOTOR!!!
Armand Rubiella
Felicidades Armand y a todo su equipo!!